Llega el verano y todos tenemos algo en común… las ganas de
ir a la playa. Pero hay algunas cosas que debemos tomar en cuenta porque no es
simplemente ir y ya. Lleva todo un proceso que ha sido analizado y desglosado
en el siguiente manual que iremos dando por partes:
Paso 1: Elección de la playa.
Esto es un paso muy discutido donde toda la familia opina
que la arena gruesa, que la fina no te la sacás más, que hay mucha montonera,
que a esa van todos los viejos, que no hay olas, que en esa hay muchas piedras,
etc. Así que mejor vayan a la que quieran y no embromen más, ¿dos horas para
elegir una playa? ¿No ven que al final van a terminar en la playa donde haya
para estacionar o donde mas cerca te deje el ómnibus?
Paso 2: Ingreso a la playa.
Este es un paso a tener muy en cuenta. La arena se calienta
con el sol y mucho, repito, mucho, porque parece que hay algunos que creen que
sus plantas de los pies están hecha de algún material aislante y terminan
llenos de ampollas, por lo que es útil usar lo que se llaman “Chinelas”, para
eso son, y evitarse así la típica frase: - Ta que pela! Yyyy sí.
Paso 3: Encontrar "nuestro lugar".
Esto tiene dos opciones si vamos a encontrarnos con alguien,
pongamos el caso de lo tíos, entonces la clásica sería pararse en los médanos
desde una altura conveniente y empezar a buscar al tío, y vamos descartando,
buscamos panzones, pelados, canosos, y la clásica: - Vieja! ¿Te acordás de que
color era la sombrilla? ¡Son todas iguales hermano! Hasta que por allá a los
tíos se les ocurre mirar para arriba y ver que allí estamos hace media hora
mirando para todos lados con cara de perdidos (esa cara comparable a quien lo
dejan en un desierto para esquiar algo así), y ahí por fín nos hacen señas.
Pero ¿si vamos solos? Bueno, si vamos solos es mas o menos igual de complicado.
Donde nos ponemos es el gran enigma. Muy atrás no porque mirá si nos dan un
pelotazo los gurises jugando al fútbol. Muy adelante no que después viene una
ola y te moja todo. ¿Al medio? No, todos amontonados, poco mas y te pisan. Ya
sé, en los médanos. No, mirá si hay alguna jeringa tirada y nos pinchamos y
vaya uno a saber qué clase de enfermedad horrible podemos agarrarnos.
Paso 4: Armar “campamento”
Después de haber logrado encontrar el lugar perfecto hay que
armar la sombrilla. Nótese que la sombrilla viene sin manual, lo que quiere
decir que se supone que es extremadamente fácil, se supone, pero no, por
ejemplo el pozo para enterrar el palo, ah! No era tan fácil, pero como buenos
caballeros, sacamos pecho, trancamos bíceps, y le damos con una fuerza tan,
pero tan brutal que pensamos que ya está, si, ya está bien floja, la arena
estaba durísima. Así que ahora con la cabeza gacha como que todo el mundo vio
que no pudimos con eso, empezamos a hacer el pozo con la mano. Ojo con el
viento porque en caso de haber viento la vigilancia a la sombrilla debe hacerse
las 24 horas 7 días a la semana no vaya a ser que se nos vuele y termine en la
garganta de alguna persona, lo cual no es gracioso a menos que se le vuele a
otro, ahí si nos causa mucha gracia verlo correr como loco al estilo bebé, a
los saltitos y con las manos para adelante como que ponerlas así fuera a
detener la sombrilla de manera mágica. Ahora si, ya hemos acomodado la
sombrilla según la posición del sol como buen conocedor. Porque cuando llega la
tarde muchos en vez de inclinar la sombrilla, va corriendose según la sombra y
es así como termina a las 7 de la tarde a unos 30 metros de su
sombrilla. Abrimos las sillas que a veces también nos complican la vida y nos
aprietan un dedo, acomodamos las toallas para lagartear al sol y ahora sí,
prontos el siguiente paso que más adelante publicaremos.
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